domingo, 8 de marzo de 2009

EL PRESENTE



Caminaba un joven por un parque de su ciudad, dejándose mecer por la primera brisa de la primavera, cuando un ruido le distrajo de sus pensamientos, elevó la vista y vió una ardilla correteando por la rama de un árbol. Se mantuvo un rato observándola y, en ese momento, oyó una voz cálida y tranquila tras de él.

-Que envidia de agilidad, ¿no le parece?.

El joven volvió su vista atrás y observó que su interlocutor era un hombre de unos sesenta años, aspecto elegante, con un cabello y una barba blanca muy cuidada y le respondió:

-Los animales tienen muchas cualidades de las que carecemos los humanos : fuerza, resistencia, velocidad, dijo con un ligero tono de tristeza.

-Todas ellas son envidiables, pero me parece que se olvida de una fundamental, el presente.

El joven se quedó muy sorprendido al escuchar la respuesta del hombre mayor, no acababa de comprenderle.

-¿El presente?, no le entiendo.

-El ser humano pasa su vida recordando el pasado, ya sea para arrepentirse de lo que hizo o dejó de hacer, para ahogarse en ridículas nostalgias o frustrarse por lo no conseguido, y el resto de nuestro tiempo lo pasamos angustiándonos por el futuro, planeándolo, soñándolo, etc..., ¿dónde queda el presente?. Para los animales, sin embargo, su vida es este minuto; ellos aman, consiguen comida, procrean, viven y mueren de esa manera.

-Pero el poder recordar o pensar en el mañana es un don que tenemos los humanos, ellos no pueden hacerlo.

-¿Cree usted que eso es un don?, ¿quién vive más feliz?, navegamos en el mismo mar y podemos zozobrar en una tormenta, la diferencia es que ellos se las encuentran y nosotros las solemos buscar.

Tras oir esto el joven sonrió levemente mientras asentía con la cabeza y escuchó lo que su interlocutor le habló a modo de despedida.

- El pasado es historia y el futuro es incierto, tanto que puede que ni llegue a existir. Recuerde, haga como los animales, abra los regalos que cada minuto la vida le entrega, disfrútelos, puede que en uno de ellos encuentre la felicidad, piénselo.

Y tras sonreirle, le hizo un gesto con la mano y siguió su camino lentamente.


J.Carlos



1 comentario:

Bowman dijo...

Gracias Mari Carmen por este recorrido tan preciso de mi blog.
Saludos