martes, 23 de marzo de 2010

SEIS CUERDAS



Guitarra Gibson 175 ES

El ruido del portazo pareció volverle a la realidad, era el final lógico de la enésima discusión con su pareja; pero él sabía que sería la última.

La situación entre ambos había ido deteriorándose en los últimos meses, las grescas entre ellos eran cada vez más frecuentes y más fuertes; el sospechaba que había una tercera persona, y se lo echaba en cara en casi todas las disputas, ella lo negaba, pero aprovechaba para echarle en cara que con cualquiera estaría mejor que con él.

Esas reflexiones le venían a la cabeza, según pasaba los minutos; hacía tiempo que sabía que todo había terminado, pero se resistía a esa idea. Quizá por seguir amándola, por que había apostado muy fuerte en esa relación, fueron muchas las cosas a las que tuvo que renunciar, por eso le dolía ese fracaso.

Andaba como desorientado por la habitación con la mirada perdida, cuando reparó en un objeto que estaba colocado en una esquina, se acerco y al estar enfrente, le apareció una luz muy especial en sus ojos, luz que llevaba apagada mucho tiempo.

Era su gitarra, su amada Gibson, quizás el objeto más preciado para él; recordaba lo que le costó conseguirla, todo un verano trabajando en la costa de camarero, con jornadas de doce y catorce horas, sólo para reunir lo suficiente para poder costeársela.

Mientras pensaba esto, la levantó del trípode donde estaba expuesta, se sentó al lado, y empezó a contemplarla, le venían las imágenes de los conciertos con su banda, sus punteos, su forma de tocar, precisa y sin aspavientos.

Comprobó que la guitarra necesitaba una afinación, deslizaba sus dedos muy suavemente, casi rozando las cuerdas; con todo, tenía ese sonido que hizo que se enamorara de ese instrumento.

Buscó una púa, y empezó a acariciar el mástil, esa madera finamente barnizada, y comenzó a rasguear las cuerdas, se notaba oxidado, sin agilidad en los dedos, pero pronto consiguió sacar algún acorde.

Estuvo así unos veinte minutos, dejó la guitarra en el sillón y se acercó a la ventana y empezó a sonreír; se sorprendió el mismo de esa reacción, pero enseguida entendió porqué.

Acababa algo muy importante, pero le quedaba el resto de los elementos de su vida, todas aquellas cosas que le habían formado y marcado, no se terminaba su vida, empezaba otra.

J.Carlos

YES (Long Distance Runaround) 1971

8 comentarios:

Josep Julián dijo...

Es verdad. Hay cosas que no sustituyen a lo que se pierde pero sí que recobran su verdadero valor precisamente en esos momentos.
Me ha gustado la historia y la metáfora.
Un abrazo.

Naia Marlo dijo...

Cuando se deja algo o se abandona una relación, encontramos y recuperamos cosas, aficiones y cosas que ocupen un cierto vacío, creado en nuestro corazón. Eso es bueno, porque tampoco podemos abarcar todo en tampoco espacio.

Te dejo un abrazo muy sereno,
Naia

Beatriz dijo...

Los finales,casi siempre dolorosos, nos llevan ( aunque no lo admitamos en un primer momento)a comienzos inesperados. Eso forma parte de la vida... un continuo devenir.
A veces esos imprevistos momentos nos compensan. Todo es cuestión de atreverse, de saber apostar por lo que pensamos nos puede hacer felíz.
Me ha gustado leerte
Un abrazo.

Bowman dijo...

Hola Josep, pienso que nuestra vida no debe girar sobre un único eje, hay muchas cosas que nos han fromado como personas y en momentos de debilidad podemos recuperar.
Me alegro que te gustara.
Un abrazo

Bowman dijo...

Hola Naia, son momentos de recuperar muchas cosas perdidas u olvidadas, tienes razón no lo podemos abarcar todo.
Un abrazo

Bowman dijo...

Hola beatriz, cuando pensamos que hemos perdido, al final podemos haber ganado, sólo necesitamos el valor reconocerlo y seguir hacia delante.
Muchas gracias por tus palabras.
Un abrazo

helena dijo...

El problema que tenemos las personas es que nos aferramos con mucha fuerza a las cosas: a los amigos, a los hijos, al amor, a la familia... creemos que son nuestros, y no es cierto. Hay que saber mantener una cierta distancia de seguridad, pues en algún momento una ruptura nos romperá el corazón. Creo que hay que aprender a disfrutar de lo que tenemos en el momento en que lo tenemos y no olvidar nunca que todo es temporal.
Abrazos.

Bowman dijo...

Hola Helena, totalmente de acuerdo; las personas tenemos esa tendencia al apego, cuando creo que tenemos que ser felices por nosotros mismos, si por la compañía de otras personas lo somos más, perfecto, pero primero intertar serlo nosotros.
Abrazos